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Huir no siempre es la solución a los problemas

Huir no siempre es la solución a los problemas

Podía seguirme lamentando del fracaso y llorar más.

 

Al cabo de tantos años dirigiendo personal, esa expresión corporal y la carta en la mano, siempre significan lo mismo: viene a renunciar.

Cuando él llego a mi oficina y lo vi, no tuve la mínima duda; había claudicado.  La conversación fue breve, me comentó que se iba a un banco como analista.  Que no era un puesto que anduviera buscando, pero que era una oferta que no podía rechazar.

He de confesar que me molesté mucho. Era gerente de una unidad de negocios, tenía un gran potencial y siempre pensé que a la vuelta de diez o quince años podría llegar a dirigir el grupo empresarial.  Además, por el tiempo de trabajar con nosotros y de acuerdo con la legislación vigente, debía trabajar treinta días antes de irse y nada más nos dio siete.

Pero bueno, estaba en todo su derecho de irse.

Siempre, cuando algo así nos sucede, es una práctica usual reunirnos con el encargado de desarrollo organizacional y echar para atrás sobre lo sucedido, para tratar de entender lo que pasó; para aprender y corregir.

Podríamos dividir en dos su gestión en la empresa.  Una primera parte muy exitosa, con ventas y utilidades récord en la empresa.  Todo lo que había hecho le había salido muy bien.

En su segundo periodo, las condiciones de mercado no fueron las mejores; sus ventas bajaron junto con las utilidades y no logró revertir el proceso.  La presión que generó la junta directiva para que rectificara, lo duro de pasar de alcanzar los mejores resultados a lograr otros inaceptables, y la humillación ante sus pares; evidenciaron que ese joven talentoso era inmaduro y temperamental. Tengo claro que el fracaso no es divertido, pero en los negocios a veces pasa.

Recuerdo la vez que habíamos invertido una cantidad importante de dinero en una empresa y, por diversas razones que tal vez alguna vez escriba, la empresa quebró y perdimos mucho dinero.

Yo me había deprimido, estaba solo, en Miami, en un viaje de negocios y ahí tomé una decisión; podía seguirme lamentando del fracaso y llorar más; o decidirme a enfrentar la situación, pasar la página y hacer muchos otros negocios para compensar la pérdida. Al cabo de tres años lo habíamos recuperado y estábamos de nuevo en la pelea.

No se puede salir huyendo siempre que las cosas no andan bien, la tentación es mucha, pero si cada vez que la situación se complica corremos, lo mejor será dedicarnos a las carreras y no a los negocios.

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